Natalia en el mundo

Dije que escribiría sobre Natalia en el mundo. ¿Y quién es Natalia? ¿en el mundo? 

¿no estamos acaso aquí todos?

No.

No estamos. 

Me falta Natalia.

Me falta que este coronavirus se vaya para al menos tener la esperanza de volver a ver a Natalia para recordar nuestros viajes a Nueva York. Recordar ese día de correr por Times Square con una bolsa negra sobre nuestras cabezas para cubrirnos de la lluvia. Recordar que fuimos al Target más caro de la historia a comprar un paraguas. Aun recuerdo el tremendo precio jamás gastado en un paraguas. Escribo esto con una sonrisa porque fueron buenos tiempos. Qué lindos recuerdos. Como ese día que corrimos entre estaciones de metro para finalmente llegar al concierto de Jorge Drexler. (Literal googlee: Jorge cantante uruguayo porque olvide completamente su nombre) No soy fan de Jorge pero me aventuré a ir porque no se puede perder la oportunidad de explorar el mundo con Natalia. Ella y yo nos complementamos. Ella explota de nervios, y yo me mantengo en modo zen tratando de contactar a los dioses de las direcciones correctas que nos ayuden llegar al teatro.  Y después de subirnos, bajarnos, pasar por Coney Island, empapadas, llegamos. Sí, llegamos. Porque nos hicimos profesionales en navegar Nueva York, y cualquier ciudad monstruo que se atraviese. Éramos tan jóvenes, y tan chidas. No sé ni porque al terminar el concierto nos fuimos a un starbucks a contemplar nuestra existencia que en ese momento se veía miserable por la falta de sueño que nos cargábamos. Y ni sé por qué recuerdo mucha gente en ese lugar. Lo recuerdo como si fuera ayer. 

Recordar a Natalia es recordar ese concierto al que nunca fuimos de (otro artista que no recuerdo pero es Francés) nos canceló teníamos los boletos y todo. 

Recordar Natalia es recordar a Leon Bridges con Beyond. Porque en un viaje a Nueva York me dijo que le gustaba esa canción. La cantó en el camión. Después le dio calor, se levantó al baño para quitarse una blusa o un pantalón. Hablábamos fuerte. Era el camión de las 6:30 am, había gente mirando feo. 

Recordar a Natalia es recordar la vez que decidió bajar del metro cuando estaba apunto de arrancar. Uno de las cosas que más odio es bajar del metro. Le tengo terror a morir aplastada por la puerta. Ahí va Natalia bajándose rápido sin apenas decirme.  Ahí voy yo pensando lo peor; moriré. 

Recordar a Natalia es recordar a Alela Diane tocando en Brooklyn. Pinche día bonito. Alela tocando su guitarra con un vestido hermoso de rayas y muchos colores. Alela dando autógrafos al final del concierto. Natalia insistiendo que me formé para pedir un autógrafo. Yo negándome porque aun no construía esta seguridad que ahora tengo.

Recordar a Natalia es recordar comer pizza Dominos de madrugada caminando por el área fea de Brooklyn. Intentando buscar un restaurante decente que comer nos conformamos con Dominos. 

Recordar a Natalia es recordar mi ruptura con mi ex. Llorar en su hombro como si se hubiera muerto mi abuela otra vez en aquel bar comiendo hamburguesas, Natalia vestía una blusa blanca bordada con flores. Se veía hermosa. Diciendo que soy chingona. 

Recordar a Natalia es recordar aquel proyecto llamado Señora Chingona que nunca iniciamos.

Recordar a Natalia es recordar lo buena que es bailando hip hop. 

Recordar a Natalia es recordar lo buena que es organizando cumpleaños. 

Recordar a Natalia es recordar que la amistad perdura sin fronteras. Ella en Colombia. Yo en Seattle pensando que la volveré a ver para contarnos nuestras travesuras en el mundo, este mundo que es de ella porque ella todo lo abarca, todo lo puede. 

Te extraño, Nat.

  


Foto de Natalia (2017-2018) de una noche que tuve miedo dormir sola. Natalia llegó a dormir conmigo. 



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Cristina, 27 años. Extraña a sus amigas. Quiere más aventuras y disfrutar.