Principio.
The Lumineers suenan en mi computadora.
The Lumineers fueron parte del soundtrack de la mitad de mi 2017.
El 2017 fue un año importante para mí.
Obtuve un ¨buen¨trabajo en una preparatoria.
Por un buen trabajo en mi país significa ¨un trabajo seguro¨, con prestaciones, y todas esas cosas que mucha gente busca. Pero no yo. No en ese momento.
Así que fue el año que obtuve un buen trabajo, y a su vez fue el año que dejé un buen trabajo para seguir un sueño que traía atravesado por ahí.
Gracias a ese trabajo pude lograrlo.
Dejé muchas cosas.
Me volví una master en vender ropa de segunda.
Se volvió un hobbie en donde hasta mi prima participó.
Nos veíamos en mi casa para poner nuestro bazar.
Un día, nos fuimos a la plaza en donde cada fin de semana personas van a vender sus cosas.
El sol brillaba, nos calaba en la piel. Sacamos una sombrilla, y debajo de esa sombrilla nos comimos un elote. Compré una chamarra negra que nunca usé, y terminé revendiendo.
En el 2017 dejé muchas cosas.
Dejé mis paseos en bicicleta.
Dejé mis caminatas.
Dejé de ver de lejos el rancho de mis abuelos.
Dejé a mis amigos Indira y Pedro.
Dejé a mi perro.
Empaqué mi ukulele haciéndole la promesa que aprendería a tocarlo. En el fondo de mi maleta acomodé libros, uno que otro pantalón y camiseta. Llevé puestos mis converse.
El verano terminaba. Salí a la plaza con mis padres. Nos tomamos fotos. Las últimas. Les dije adiós. Lloramos.
De orgullo, felicidad y tristeza.
The Lumineers fueron parte del soundtrack de la mitad de mi 2017.
El 2017 fue un año importante para mí.
Obtuve un ¨buen¨trabajo en una preparatoria.
Por un buen trabajo en mi país significa ¨un trabajo seguro¨, con prestaciones, y todas esas cosas que mucha gente busca. Pero no yo. No en ese momento.
Así que fue el año que obtuve un buen trabajo, y a su vez fue el año que dejé un buen trabajo para seguir un sueño que traía atravesado por ahí.
Gracias a ese trabajo pude lograrlo.
Dejé muchas cosas.
Me volví una master en vender ropa de segunda.
Se volvió un hobbie en donde hasta mi prima participó.
Nos veíamos en mi casa para poner nuestro bazar.
Un día, nos fuimos a la plaza en donde cada fin de semana personas van a vender sus cosas.
El sol brillaba, nos calaba en la piel. Sacamos una sombrilla, y debajo de esa sombrilla nos comimos un elote. Compré una chamarra negra que nunca usé, y terminé revendiendo.
En el 2017 dejé muchas cosas.
Dejé mis paseos en bicicleta.
Dejé mis caminatas.
Dejé de ver de lejos el rancho de mis abuelos.
Dejé a mis amigos Indira y Pedro.
Dejé a mi perro.
Empaqué mi ukulele haciéndole la promesa que aprendería a tocarlo. En el fondo de mi maleta acomodé libros, uno que otro pantalón y camiseta. Llevé puestos mis converse.
El verano terminaba. Salí a la plaza con mis padres. Nos tomamos fotos. Las últimas. Les dije adiós. Lloramos.
De orgullo, felicidad y tristeza.
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