Las Panchas nos decía mi abuelo cuando nos veía juntas.

Me he levantado con esto en mi mente.
Había una vez, una época donde no existía Facebook. 
Ser emo era cool. Recuerdo la tribu Scene. 
Subían sus fotos en poses raras a Metroflog.
Quise tener el cabello como alguno de ellos, pero mi estilista nunca se ánimo.
Sí, yo tenía una estilista con la cual acudía cada vez que había tardeadas en mi secundaria, y necesitaba planchar mi cabello.
En aquel tiempo, no tenía amor propio. 
El tema sobre mi cabello es para otro día.

Bueno, existía este sitio web, red social, llamada Metroflog.
Consistía en subir fotos, escribir debajo de ella lo que se te ocurriera. En fin, como toda red social evolucionó, después podías poner figuritas y llegar a 100 comentarios. Por alguna razón esto te hacía más popular.

Como toda red social, también se propiciaba la elaboración de perfiles falsos, perfiles de entes no identificables en el universo. No recuerdo si alguien llegó a molestarme desde algún perfil falso, y si pasó no fue nada remarcable.


Esta mañana desperté pensando en mi prima. Tengo una cantidad considerable de primas y primos. Es un mal latinoamericano al parecer. El caso es, una de mis primas se ganó un fan. Estábamos adolescentes, la secundaria-prepa, es una época horrible donde no sabes nada del mundo, ni de ti, y cualquier muestra de rechazo o mala onda te hace sentir el peor ser humano. Mi prima es una persona a la que podemos describir como ruidosa. Es de esas personas que en cuanto llega a un lugar capta la atención. Ríe alto, tiene confianza en sí misma, es graciosa, dice lo piensa, es amable. Así que sale de los lugares dejando amigos. Ganarse un fan más sería otro de esos momentos de su vida. Sin embargo, esto lo recuerdo muy bien. Este ente hizo perfiles en Metroflog tirándole mala vibra a mi prima. Decía cosas horribles. Le comentaba cosas aún mas horribles en el metro de ella. Le deseaba la muerte, y cosas así que dice la gente  que no está contenta con la vida. Pero lo que más recuerdo de todo esto fue que le dijera: Yo no sé porque  te la pasas riendo, cada vez que te veo estás riendo. Tu no tienes motivos para ser feliz.

Mi prima honestamente siguió riendo cada vez que leía lo que este tipo o tipa publicaba. Porque la cosa no quedó ahí. Este espíritu hizo una cuenta de Metroflog donde subía fotos de mi prima, y aventaba todo su odio sobre ella debajo de cada foto. Creo que se terminó rindiendo borrando todo. Yo no supe al final si mi prima en algún punto de la vida llegó a saber quién era esta persona. 

En mi quedó marcado ese comentario sobre la risa de mi prima. Para esta persona, mi prima no tenía motivos para ser feliz. Para esta persona, ver que mi prima es feliz. Ver que reía. Le hervía en el corazón. Pienso en esa persona. Ojalá haya encontrado la paz. Ojalá haya dejado de ¨seguir¨la vida de mi prima. Porque sino lo ha hecho, si sigue dentro de otras redes, husmeado, se ha de llevar el peor de los disgustos. Mi prima le ha probado al mundo lo fuerte qué es. Sobrevivió a tres pérdidas irreparables, un diagnóstico de Lupus, tuvo un hijo, y sostiene un matrimonio de 9 años.

¿y saben qué más?

No ha dejado de reír.  


Una foto del mar porque lleva su nombre.



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