St. Paul Medical Clinic en Chinatown

Había querido escribir sobre esta experiencia desde Enero. Sin embargo, no encontraba las palabras. Pienso que es el mejor momento para honrar esos recuerdos.
En este tiempo donde los doctores y enfermeras están siendo reconocidos como héroes combatiendo el coronavirus se me viene a la mente todas las veces que un doctor(a) salvó mi vida o me alivió de algún mal.

Mi amigo Marco piensa que el debió haber muerto hace mucho pero gracias a la ciencia aquí sigue achacoso, dolores de cabeza, de espalda, etc. Es por es que yo no debería seguir aquí, dijo. Lo cual me pareció chistoso porque es el mismo pensamiento que traía desde hace días.

Tal vez, yo debía morir al mes de nacida, pero mis papás vieron todas la posibilidades para mantenerme con vida.

Sí, cuando yo cumplí un mes de nacida, un hombre chocó a mis padres. El carro salió rodando, y yo disparada por una ventana. Mi mamá lo quiso guardar como un secreto. Hasta que mi abuelita como conversación normal me contó con todo y periódico en mano donde se narraban los hechos.

No sé si mi mamá se haya enojado con mi abuelita por habérmelo contado. Yo acepté la tragedia como una campeona la neta. No me sentí mal ni nada. Continué con mi vida comiendo choco krispis y viendo Fox kids.

Lo que si me ultra chocó fue saber a voz de mi otra abuela que mi nombre Cristina fue elegido porque  es el femenino de Cristo. Como sobreviví al choque debían de alguna manera dar gracias a Dios. Y de pilón, esa misma abuela le prometió a Dios que cada cumpleaños mío me haría una misa para agradecerle.

Yo sé, amigos. Qué linda y todo. Pero desde niña no me gustó esa onda de Dios, iglesia. Lo intenté. De hecho fui a una secundaria católica. Y ni así pude agarrarle el gusto.

¿ se imaginan estar a toda madre en el salón y de pronto te digan que debes salir a confesarte? pfff
o qué te digan que el próximo retiro es obligatorio...safo

En fin, no me gustaba esa historia de mi nombre. Finalmente mi mamá me dijo que la razón de mi nombre fue por su mejor amiga ( qué curiosamente/ accidentalmente en este universo) murió en un ACCIDENTE.

Osea mamá trazaste mi destino con esa elección, mija. Pero esa historia me sentaba mejor.

En fin, Ahora me casé. Uno de los procedimientos que debes hacer después de casarte con un extranjero es obviamente adquirir la ciudadanía de tu esposo si quieres vivir en el país con él... entre mis chistes le he propuesto adquirir la ciudadanía mexicana pero no se ve muy motivado jaja

Un examen médico aprobado por una clínica afiliada por la oficina de migración es requisito. Así que googlé: doctores que hacen exámenes médicos para migración en Seattle.

Fue toda una experiencia encontrar al doctor con el cual me sintiera a gusto, y a parte que se acomodará a mi bolsillo. Así que como aparecieron los nombres empecé a hacer las llamadas. Duré toda una mañana llamando. Había clínicas que no contestaban. Otras donde la persona en el teléfono contestaba fastidiada por este mundo. Y otros que cobraban 800 dolares solo la cita.

Hasta que marqué a St. Paul Medical Clinic siguiendo mis instintos. Vi la dirección de la clínica en Chinatown. No sé si lo sepan pero todo lo que encuentren en Chinatown será más económico que el resto de la ciudad.  Así que pensé: aplicando esa teoría la consulta no será tan excesiva.

La voz menuda de una mujer al otro lado del teléfono se sintió bien. De esas voces que te relajan/ te dan a entender que todo estará bien.

Se llegó la fecha de la consulta. Enero 3 (algo así). Hacía frío y llovía.

Sabía dentro de mi que ir a esta clínica sería una aventura. Me lo agradecía a cada rato. Qué bueno que no fuiste a una clínica de gente blanca. Aquí hasta vas a disfrutar el examen médico.

Y sí!!!

La enfermera, quién es la misma que contesta el teléfono, me dio unos papeles que debía llenar con mi información. Llenando esos papeles me tomó mucho tiempo.

Después me dio dos botecitos para hacer mi prueba de orina. Aquí empieza la aventura tipo película de Ghibli/ diferentes escenas de películas asiáticas se venían a mi mente.

Me quedé sosteniendo mis botecitos unos segundos pensando: y luego? donde está el baño o qué onda?

En eso, la enfermera dice algo en un idioma que no supe identificar. Salé de entre muchas plantas decorando el consultorio (ni siquiera había percatado el exceso de plantas en el lugar) una viejecita encorvada caminando lento, pasito a pasito, con unas llaves en las manos. Ni siquiera me dirigió la palabra, solo movió su mano arrugada en señal de sígueme. 
Salimos de la clínica, a otro edificio, abrió la puerta. La seguí por un pasillo con cuadros, y muchas escaleras. Cuando dejamos de caminar, apuntó a una puerta.
- Ahí es el baño?, pregunté.
La viejecita asintió.

Me metí al baño emocionada.
- Qué es esto?, es toda una aventura. Quiero escribir sobre esto en un futuro, pensé.

Salí del baño, la viejecita tenía una hielera, señaló los botecitos, y luego señaló la hielera.
Así que metí los botecitos a la hielera...
La viejecita, tapó la hielera, abrió una caja fuerte incrustada en la pared dejando la hielera ahí.

Volvimos a las escaleras, cuando de pronto veo que la viejecita lleva puestos unos huaraches de esos que solo se meten, que no tienen ningún apoyo en la parte de atrás. Los usaba con calcetines.
- uy se puede caer.
Apenas levantaba sus pies.

Al regresar a la clínica, la enfermera me esperaba con agujas para sacarme sangre.
khaaaaa?! noooo!

Melinda, la enfermera más linda del mundo. No dejaba de sonreír en ningún momento. Le hice saber lo mucho que odio que me saquen sangre. Me calmó como se calman a los niños chiquitos ofreciéndome su mano, y un chocolate al final de la tortura. Para distraerme me preguntaba sobre México. Me preguntó cómo me sentía cuando termino de llenar las muestras con cara de verdadera preocupación.

Llamó al doctor. No recuerdo su nombre. Entre la consulta médica se mezclaba una conversación muy amena. Me contaron que son esposos. Migraron desde Vietnam en los 80´s. Se asentaron en California. Me contaron su experiencia como migrantes, y como se han dado cuenta que han cambiado las leyes migratorias. Cada vez es más difícil venir a este país dijo el doctor. Me desearon lo mejor de este mundo. bla bla bla <3

Al momento de cobrar, me preguntaron si tenía seguro médico. Al saber que no tengo, ya que al momento de dejar de ser Au Pair el seguro médico de la agencia se cancela. Melinda, puso un rostro de verdadera preocupación al irse rápidamente a su computadora a buscar seguros médicos para migrantes. Regresó con una hoja con diferentes seguros de organizaciones nonprofit para migrantes. Me explicó lo malo de no tener seguro médico. Me sentí una niña chiquita. Ella realmente se veía con las ganas de ayudarme. Me explicaba en que consistían estas organizaciones. Casi Casi me decía que saliendo de consulta debía ir a uno de estos lugares <3
Es más, me dijo que al momento de solicitar alguno de esos seguros médicos los pusiera de referente a ellos. Doble crush para esas dos personas. <3 <3

Al terminar la consulta supe que ese idioma que no entendí al principio era vietnamita, que la viejecita es la mamá del doctor, y ese consultorio es el esfuerzo de todo su sudor y trabajo en este país.

Así que gracias a los doctores que me salvaron la vida al mes de nacida hasta los 5 años.
Gracias a Melinda y a su esposo que combaten el virus desde su consultorio.
A todo los doctores, enfermeras, en primera línea.
Y a mi amigo Marco por desafiar al destino. 




Foto de un gato en el pasillo afuera del departamento de Nenei. Esa es otra historia.





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