Golden Gardens
Amigos.
No me sale nada para escribir. Prometí a mi psicóloga Silvia que escribiría, que le dedicaría 30 minutos cada noche a esto de poner cosas en mi blog. Y saben...no tengo nada. Solo que hay días malos y días buenos. Hay días que las memorias de Facebook me maravillan de la Cristina tan positiva y en contacto con el mundo escribiendo que todo está bien. ¿En que momento mi mente me comenzó a traicionar? ¿Serán gajes del ir creciendo? ¿Quién más se siente así? levante la mano. No sé, por un momento traumas que pensé que no eran traumas comenzaron a surgir. El pasado es ese fantasma, esa sombra escondiéndose por las cortinas de nuestra mente. Es ahí donde me gustaría ser más espiritual, más ser de luz para que nada malo me tocase. Pero luego hay días donde soy espiritual y tan ser de luz que realmente nada malo se me acerca. Amo a esa Cristina. Disfruto tanto a esa Cristina que se regocija de lo bello del mundo. Por ejemplo me maravillo de Golden Gardens, de su extensión de agua, de mar, tan frío y puro. De ver a los leones de mar, las focas, y lo incierto de cuando podré ver una ballena. Es como un mito para mi el ver ballenas de la nada aquí en Seattle. La playa tan fría que necesito una cobija para tapar mis piernas. Ver a lo lejos el sol, las lanchas formando un grupo de muchas lanchas, han de ser como la gente que maneja motos que se juntan como una mafia, pero aquí son lanchas. Los veo a montón moviendo su velero. Veo perros y niños. Más perros que niños porque somos millenials. Como amo ser millenial. No estoy joven pero tampoco estoy vieja. Estar vieja esta bien. A mi me gusta cumplir años porque es indicio de haber completado un nivel más en esta vida. Y es ahí donde ejerzo la espiritualidad, la magia, no estoy cerca de morir sino de ser una con el universo, pienso. Cuando deje este plano terrenal debe haber algo más. Como el volver a ser polvo de estrella. Sí, eso debe ser. Pero mientras esté aquí, me la pasaré en Golden Gardens, comiendo quesito y melón con arena. Estaré ahí rodeada de amigos, riendo como hace mucho tiempo no lo hacía, de esas risas que casi casi te dejan sin garganta de lo grande que abres la boca. Estará tan chido, que la mujer que hizo la chamarra que traes puesta te llegará por detrás a decirte qué es ella la mujer que hizo tu chamarra, que sus hijas reconocieron la costura de atrás, y todo será tan rápido y cool que sentirás bien bonito que te haya pedido una foto para mostrarla a su esposo. Dice que cuando la suba te etiquetará. No sé si mi misión en la vida sea hacerme famosa, ya sea por escribir o por alguna cosa random como etiquetas en Instagram. Aunque desde chica me imagino como una de esas personas que salvan al mundo. Qué cambian algo, ustedes saben, como Dolores Huerta kind of thing.
Por ahora espero haber completado la misión de esta noche.
Chao beibis.
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